En esta publicación especial, vamos a rescatar una tradición que denota el barroquismo y el sincretismo religioso de los mexicanos, es decir, la conciliación de varios elementos religiosos. Como nos afirma en entrevista la Maestra María del Carmen Elizundia Ponce, catedrática de la Universidad Simón Bolívar. La Maestra Elizundia nos ha compartido sus conocimientos los cuales hemos complementado con investigación, este artículo es el resultado de ambos esfuerzos y fuentes de información. Espero les de una luz con respecto a la identidad nacional.
Se dice que es sincretismo debido a que es una celebración en la que se funden elementos de la época prehispánica y de las costumbres católicas que nos heredaron los españoles.
El elemento prehispánico se percibe en las ofrendas y en el gran colorido de las mismas en sus adornos y contenidos. Es una manifestación llena de simbolismo.
En general, las ofrendas tienen ciertos elementos comunes: por un lado el retrato de los difuntos a los que se va a festejar y esperar, los alimentos que eran del agrado de los difuntos, el camino de las flores de cempaxúchitl, los cirios y veladoras (elemento español), la imagen de las ánimas del purgatorio (elemento español), el conocido pan de muerto, juguetes, bebidas alcohólicas cruz de sal y otra de ceniza (elemento español), etc.
Dichos elementos se realizan bao la creencia de que los muertos tienen permiso de visitarnos una vez al año. Se cree que el primer día es para los niños y el segundo para los adultos.
Esta ofrenda es respetada hasta el día dos por la noche, pues antes es sólo para el disfrute de los muertos.
El barroquismo radica precisamente en la gran cantidad de elementos que se funden y en el tremendo adorno de las ofrendas. Incluida la gran diversidad que hay en las ofrendas según las costumbres de cada tierra.
Pero, el sincretismo radica no sólo en la integración de elementos españoles; sino en la unidad de las tradiciones católicas de los españoles junto con el culto a los muertos del mundo prehispánico.
Bajo ese argumento, tenemos la costumbre de festejar a todos los santos el día dos de noviembre y el festejo de los fieles difuntos en el día primero. Según estas tradiciones, se busca hacerles misa a nuestro difuntos y rezar por ellos para que sus almas puedan descansar en paz y salir más rápido del purgatorio. O bien, se tienen la costumbre de estar todo el día con nuestros muertos en el panteón, yendo a rezar por ellos y dándoles una pequeña visita.
Así es a grandes rasgos el día de muertos y la mexicanidad que encierra tras sus formas y colores. Una identidad que no se limita al hombre prehispánico como mexicanismo puro, pero tampoco a una repetición de la cultura española; sino a la mezcla de dos perspectivas que se funden y complementan en una sola: el tradicional Día de Muertos.
Se dice que es sincretismo debido a que es una celebración en la que se funden elementos de la época prehispánica y de las costumbres católicas que nos heredaron los españoles.
El elemento prehispánico se percibe en las ofrendas y en el gran colorido de las mismas en sus adornos y contenidos. Es una manifestación llena de simbolismo.
En general, las ofrendas tienen ciertos elementos comunes: por un lado el retrato de los difuntos a los que se va a festejar y esperar, los alimentos que eran del agrado de los difuntos, el camino de las flores de cempaxúchitl, los cirios y veladoras (elemento español), la imagen de las ánimas del purgatorio (elemento español), el conocido pan de muerto, juguetes, bebidas alcohólicas cruz de sal y otra de ceniza (elemento español), etc.
Dichos elementos se realizan bao la creencia de que los muertos tienen permiso de visitarnos una vez al año. Se cree que el primer día es para los niños y el segundo para los adultos.
Esta ofrenda es respetada hasta el día dos por la noche, pues antes es sólo para el disfrute de los muertos.
El barroquismo radica precisamente en la gran cantidad de elementos que se funden y en el tremendo adorno de las ofrendas. Incluida la gran diversidad que hay en las ofrendas según las costumbres de cada tierra.
Pero, el sincretismo radica no sólo en la integración de elementos españoles; sino en la unidad de las tradiciones católicas de los españoles junto con el culto a los muertos del mundo prehispánico.
Bajo ese argumento, tenemos la costumbre de festejar a todos los santos el día dos de noviembre y el festejo de los fieles difuntos en el día primero. Según estas tradiciones, se busca hacerles misa a nuestro difuntos y rezar por ellos para que sus almas puedan descansar en paz y salir más rápido del purgatorio. O bien, se tienen la costumbre de estar todo el día con nuestros muertos en el panteón, yendo a rezar por ellos y dándoles una pequeña visita.
Así es a grandes rasgos el día de muertos y la mexicanidad que encierra tras sus formas y colores. Una identidad que no se limita al hombre prehispánico como mexicanismo puro, pero tampoco a una repetición de la cultura española; sino a la mezcla de dos perspectivas que se funden y complementan en una sola: el tradicional Día de Muertos.
Por: Fernando Moctezuma
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