lunes, 24 de noviembre de 2008

VOLVIENDO A LAS RAÍCES: EL MISTERIO DE LA INTELIGENCIA

La inteligencia es un tema complicado y polémico, se ha dicho mucho sobre ella, se ha especulado de sus funciones y de sus alcances, de su capacidad y sus aplicaciones.

Se ha preguntado por su modo de proceder, incluso se ha planteado desde la psicología si la inteligencia es una o si podemos hablar de muchos tipos de inteligencia con base en la diversidad de actividades que el hombre puede realizar. Hasta se ha hablado de inteligencia emocional. E incluso se han preguntado si la inteligencia proviene del cerebro o es una actividad del espíritu, inmaterial.

Mucho menos ha escapado este tema al análisis filosófico y/o ideológico, sino revísese en la historia de la filosofía la existencia de dos corrientes filosóficas: racionalismo y empirismo, e incluso el idealismo.

Sin embargo, lo que no es una duda a este respecto, es que en la experiencia cotidiana y en el ámbito del dominio popular la inteligencia siempre está relacionada con la posibilidad del hombre de conocer las cosas, o de por lo menos dar orden a lo que vemos en el exterior. En ocasiones también se le asume como la posibilidad de aplicar algo que conocemos, a manera de ideas, en algo de la vida práctica y que nos resulte útil.

Pero quizá pueda dilucidarse este tema tan problemático a partir de dos recursos; uno de ellos imprescindible para todo hombre, y primordialmente del hombre que trabaja con las palabras, y trata de encontrar el sentido más originario de aquello que investiga o estudia: el recurrir a la etimología de la palabra que designa lo que investigamos, por ejemplo, como se hace para dilucidar la naturaleza de la biología. El segundo recurso es el uso de la analogía, es decir, para este caso en concreto, una especie de comparación que nos descubra con mayor facilidad aquello que pretendemos entender.

Antes de proceder al despliegue importante del artículo, es importante que el lector sepa que la analogía a emplear es una anécdota curiosa, de la cual no podemos garantizarle su legitimidad histórica, pero si como un dato desconocido que nos proporciona una luz para entender más acerca de la naturaleza de nuestra inteligencia.

Fiel a este procedimiento, la inteligencia viene del latín intus que significa dentro y de legere que alude al verbo latino leer; en síntesis significa “leer dentro”. De aquí, la analogía nos hará más claro el sentido del gran misterio de la inteligencia; curiosamente, este dato también se remonta a las raíces latinas, y se manifiesta en la práctica del ejército romano.

Se dice que en los tiempos de los antiguos romanos se conformaban las filas con los legionarios y entre cada uno de ellos existía un espacio por el cual se paseaban los generales romanos, dichos espacios se llamaban inteligencia.

Este tránsito por la inteligencia no era en vano, pues el objetivo de ese pasear por dentro de las legiones era observar a cada uno de los soldados en su atavío, el estado de su ropa, sus expresiones, sus gestos, su postura, su complexión, su actitud y muchas cosas más.

Los datos que obtenían de ese observar por dentro a las legiones les servían para hacer asociaciones, catalogar a cada soldado según sus cualidades y para usar esos datos que obtuvieron del análisis los soldados en la estrategia militar. Es decir, que relacionaban e integraban la información de cada soldado y lo colocaban en el lugar idóneo para la estrategia a realizar.

Espero que les sea útil, apreciables lectores, esta vuelta a nuestras raíces lingüísticas y culturales para poder entender mejor este misterio de tantos que se nos presentan en la vida.

Por: Fernando Moctezuma

martes, 18 de noviembre de 2008

LOS “MISTERIOS” DE FEBRERO DE 1913


Detrás de febrero de 1913 se esconden muchos datos históricos cuyo conocimiento deja manifiesto el giro y desarrollo tan importante que dio la historia de México, y más en concreto, el acontecimiento que llamamos: Revolución Mexicana.

Como todos sabemos para el 22 ó 23 de febrero, aproximadamente, José María Pino Suárez y Francisco I. Madero fueron encontrados muertos en las afueras de la Penitenciaría a la que eran trasladados después de cinco días de arresto en la Intendencia de Palacio.

Según la prensa de la época, el asesinato fue producto de un grupo armado que se defendió de una agresión y que huyo después del tiroteo, sin embargo, los periodistas no descartan la intervención de todos los grupos relacionados con el conflicto.

Según los informes, este atentado fue producto del plan firmado en la embajada de los Estados Unidos; en el que participaron mondragonistas, felicistas, reytistas, porfiristas, Victoriano Huerta como parte del ejército de los leales y el más importante, el embajador Henry Lane Wilson. Además de contar la famosa “Ley Fuga”, por la cual se les disparaba a los reos que pretendían fugarse de prisión. A este suceso se le conoce como el “cuartelazo de la Ciudadela”

Además, el Pacto de la Embajada también tenía como objetivos el desconocimiento del Poder Ejecutivo, siendo Huerta el presidente provisional, para dejar libre a Félix Díaz la oportunidad de subir a la presidencia constitucionalmente.

De este acontecimiento deriva otro – que parece, más que un misterio, un secreto a voces – la presencia del Secretario de Relaciones Exteriores: Pedro Lascuráin, a quien correspondía la presidencia legalmente después del apresamiento de Madero.

Sin embargo, su gobierno, acorde con nuestras fuentes (Tiempos de México, SEP) tuvo una duración menor de una hora, el día 19 de febrero de las 22:24 a las 23:20, momento en el que renunció al poder.

Durante su breve gobierno realizó un movimiento que decidiría el rumbo posterior de la Revolución: colocó a Victoriano Huerta como Secretario de Gobernación, al cual correspondía por ley, tomar la presidencia provisionalmente si es que no había presidente.

Aquí se escribe una página importante del desarrollo histórico de México, datos que a veces no son muy conocidos, pero que es importante rescatar porque responden de manera importante a la situación actual de nuestra Nación.

Por: Fernando Moctezuma

martes, 11 de noviembre de 2008

RENACIMIENTO: ROMANO HASTA EN COSTUMBRES

Para el presente número apreciables lectores les comparto un dato particular de una época romana, aunque no propiamente de la edad Antigua, sino remontada a los tiempos próximos a la Edad Moderna: El Renacimiento.

En ese sentido, es importante conocer que es el Renacimiento, quizá ya muchos lo sepan, pero, fue una corriente artística que surgió originariamente en Italia y que posteriormente se propago a otros territorios europeos.

Este movimiento fue influenciado por un fuerte humanismo junto con un abandono de los temas religiosos propios de la Edad Media, sumándole una gran valoración y rescate de la Edad Antigua, primordialmente un regreso a los clásicos grecolatinos; así mismo, fue contemporáneo de todos los descubrimientos geográficos y astronómicos de la época y de los avances en navegación.

Fue un fenómeno que se dio por etapas, en concreto dos grandes momento: el Quattrocento, en siglo XV y el Cinquecento en el siglo XVI. En tanto al primero podemos decir que a manera particular, dentro del contexto del Renacimiento, tuvo como centro de su desarrollo dentro de la ciudad italiana de Florencia y no ofreció tanto esplendor como la siguiente etapa.

Dentro del segundo período, el Cinquecento, comprendido dentro del siglo XVI, es cuando surgen grandes talentos y que el Renacimiento tuvo su mayor desarrollo y esplendor. El centro de este momento del proceso del Renacimiento fue la ciudad de Roma.

En ambas etapas hubo un fenómeno muy particular: un fortalecimiento del sentido cultural de Italia, así como también una práctica muy particular y de la cual no todos tienen dato sino hasta este período histórico: el mecenazgo.

Sin embargo, dicha práctica que consiste en apoyar, proteger y patrocinar las artes no es una novedad o algo exclusivo de la era renacentistas, sino que fiel a su contexto de rescate de los clásicos grecolatinos, confiere el nombre de “mecenas” a aquel que realiza dicha labor.

Las raíces grecolatinas del nombre “mecenas”, y de la práctica que implica ese nombre, radican en la existencia de un personaje romano cuyo nombre es Cayo Clinio Mecenas. Este hombre fue consejero del emperador romano César Augusto, y dentro de sus costumbres se observaba la de promover las artes y proteger a los grandes talentos de su época, sin interés o lucro alguno, como fueron: Horacio y Virgilio.

Así que ya saben, hasta en la costumbre de proteger a los artistas y talentos de la época el Renacimiento fue fiel al rescate de su fuerte herencia grecolatina, y más en concreto el recobro de una figura que ostenta de origen el nombre de un romano: Mecenas.

Por: Fernando Moctezuma

martes, 4 de noviembre de 2008

DÍA DE MUERTOS, SÍMBOLO DE MEXICANIDAD: SINCRETISMO Y BARROQUISMO

En esta publicación especial, vamos a rescatar una tradición que denota el barroquismo y el sincretismo religioso de los mexicanos, es decir, la conciliación de varios elementos religiosos. Como nos afirma en entrevista la Maestra María del Carmen Elizundia Ponce, catedrática de la Universidad Simón Bolívar. La Maestra Elizundia nos ha compartido sus conocimientos los cuales hemos complementado con investigación, este artículo es el resultado de ambos esfuerzos y fuentes de información. Espero les de una luz con respecto a la identidad nacional.

Se dice que es sincretismo debido a que es una celebración en la que se funden elementos de la época prehispánica y de las costumbres católicas que nos heredaron los españoles.

El elemento prehispánico se percibe en las ofrendas y en el gran colorido de las mismas en sus adornos y contenidos. Es una manifestación llena de simbolismo.

En general, las ofrendas tienen ciertos elementos comunes: por un lado el retrato de los difuntos a los que se va a festejar y esperar, los alimentos que eran del agrado de los difuntos, el camino de las flores de cempaxúchitl, los cirios y veladoras (elemento español), la imagen de las ánimas del purgatorio (elemento español), el conocido pan de muerto, juguetes, bebidas alcohólicas cruz de sal y otra de ceniza (elemento español), etc.

Dichos elementos se realizan bao la creencia de que los muertos tienen permiso de visitarnos una vez al año. Se cree que el primer día es para los niños y el segundo para los adultos.

Esta ofrenda es respetada hasta el día dos por la noche, pues antes es sólo para el disfrute de los muertos.

El barroquismo radica precisamente en la gran cantidad de elementos que se funden y en el tremendo adorno de las ofrendas. Incluida la gran diversidad que hay en las ofrendas según las costumbres de cada tierra.

Pero, el sincretismo radica no sólo en la integración de elementos españoles; sino en la unidad de las tradiciones católicas de los españoles junto con el culto a los muertos del mundo prehispánico.

Bajo ese argumento, tenemos la costumbre de festejar a todos los santos el día dos de noviembre y el festejo de los fieles difuntos en el día primero. Según estas tradiciones, se busca hacerles misa a nuestro difuntos y rezar por ellos para que sus almas puedan descansar en paz y salir más rápido del purgatorio. O bien, se tienen la costumbre de estar todo el día con nuestros muertos en el panteón, yendo a rezar por ellos y dándoles una pequeña visita.

Así es a grandes rasgos el día de muertos y la mexicanidad que encierra tras sus formas y colores. Una identidad que no se limita al hombre prehispánico como mexicanismo puro, pero tampoco a una repetición de la cultura española; sino a la mezcla de dos perspectivas que se funden y complementan en una sola: el tradicional Día de Muertos.


Por: Fernando Moctezuma